Haciendo balance de mi voluntariado


Cuando cogí el avión con destino a Marruecos tenía claro que volvería a casa con más de lo que podía dejar allí, pero no sabía que la diferencia iba a ser tanta.

Me volví con una experiencia enorme, cargada de besos, abrazos y momentos inolvidables.

También me traje a casa decenas de dibujos, canciones y poesías, aunque muchas de ellas fueran totalmente incomprensibles para mí y mis inexistentes conocimientos de árabe y francés.

Me traje un poquito de arena del desierto y cada vez que miro la botella en la que la guardé, recuerdo cada olor que me traje de allí, cada color, cada sabor. Incluso los sabores que seguían sin gustarme después de 15 días. De hecho me atrevería a decir que incluso echo de menos esos sabores.

Y traje esperanza al ver a tanta y tanta gente dedicando su verano a hacer algo diferente. Gente de todo tipo, con experiencias de vida totalmente diferentes, pero que durante 15 días teníamos un objetivo común.

Yo dejé poco allí.

Dejé algo de mi tiempo, que aquí para que nunca lo tenemos y fíjate, dejé allí mis vacaciones. Y volvería a hacerlo.

Abandoné allí muchos prejuicios (y eso que yo pensaba que apenas tenía prejuicios, pero qué equivocada estaba).

Espero también haber dejado algo de huella en alguno de esos niños con los que me crucé, aunque sé que no es nada comparada con la huella que ellos y sus familias dejaron en mí.

Y, sobre todo, dejé trocitos de mí en alguna que otra esquina de Azrou. Tocará volver para recoger esos pedazos y seguir viviendo momentos inolvidables. Aunque sé que si no puedo volver a recogerlos, no tengo de que preocuparme, están en buenas manos.

Mercedes Alfranca Serrano
Actividades Lúdico Recreativas / Rehabilitación e Integración a las Personas con Discapacidad (2015)